Arribé a Paris después de un viaje nocturno de unas 14 horas en compañía de un amable francés, que me explico en fluido inglés como movilizarme en la capital francesa. Llegué por fin a la ciudad de la gran torre Eiffel. La estación de tren era simplemente intimidante por su gran tamaño. Después de colgarme de la primer red wifi gratuita que encontré, busqué la forma de llegar a mi hostal, ubicado a tan solo una cuadra del museo de Louvre, sin duda el hostal con mejor ubicación y más chinches de todo el viaje, desde donde pude caminar plácidamente a la gran mayoría de monumentos y sitios de interés. En mi primer día, una vez hospedada, inicie mi primer recorrido de reconocimiento y sin pensarlo llegue a la torre Eiffel, imponente sin duda alguna. En cuanto la vi lo supe, fue una decisión instantánea, debía subir cada uno de sus escalones, debía sentir como mis pies recorrían todo el camino a la cima, pero ya estaba tarde y yo agotada por el viaje así que sería otro día.
En el hostal no había wifi en todas las habitaciones, solo en el lobby, lo cual fue magnifico porque permitía el intercambio cultural. En mis tardes de lobby conocí a una asiática con rasgos hindúes, unos cuantos años más joven que yo, bastante tranquila y excelente compañía. Me conto que se acaba de graduar de la preparatoria, yo le explique que en mi país no existe la preparatoria y que salíamos directo a la universidad, ella me contó que el viaje a parís lo planeo para aclarar la mente porque aún no sabía que estudiar (ella tenía 23 años), y sin duda quedo aterrada cuando le dije que nosotros debíamos tomar esa decisión a la tierna edad de 16 años, y que a los 23 en promedio, empezaba nuestra ajetreada vida laboral con la responsabilidad que ello implica.
A estas alturas ya no recuerdo bien cual fue exactamente el itinerario, así que perdonaran mi memoria si no soy fiel en la línea cronológica del resto de mi viaje.
Fueron unos magníficos días en los que me dispuse a recorrer los principales monumentos de parís. Sin duda tomé la decisión correcta al tomar la opción de las escaleras, no sé, creo que hizo de esa una experiencia más real, porque aún no me creía que yo estuviera nada más y nada menos que en ¡la torre Eiffel!. Total que solo se puede subir hasta el segundo piso de la torre a pie, porque de ahí debes tomar ascensor para llegar a la parte más alta. Durante el recorrido puedes ver vestigios de las antiguas escaleras, aquellas que servían de camino en la era “pre ascensores”. Al principio piensas, “es increíble que Alexandre Gustave Eiffel se tomara el trabajo de subir todas esas escaleras”, pero cuando llegas a la punta, y puedes ver parís a tus pies, con su hermoso rio Sena, entiendes que hay cosas que definitivamente valen la pena.
En Paris, además de la famosa torre Eiffel, también debes recorrer los campos elíseos, ver el arco del triunfo, los puentes parisinos, el monumento a los caídos, y la parte exterior del museo de Louvre, todo este recorrido es posible hacerlo a pie, y en un solo día si se dispone de un hostal con buena ubicación. EL transporte en Paris es muy amigable, puedes comprar una tiquetera por 10 Euros (precio de 2016) en la que te dan 9 tickets que puedes usar en tren o en bus (el transporte es integrado). El problema real es tomar el bus y decirle al chofer que te deje en el museo de Louvre, cuando los franceses pronuncian “LUVR” (sin la E).
En cuanto al interior del museo de Louvre, se descubre que es tan grande que sinceramente un día entero es poco para recorrerlo. Cada pasillo implica un gran reto para las mentes que se distraen fácil (como la mía). El recorrido es simplemente maravilloso, además de la muestra de arte con todos los cuadros, pinturas, y esculturas, es imposible no detallar los ornamentos y los detalles de las pinturas en los techos. En retrospectiva, pese a que disfruté de mi día en el museo de Louvre, debí preparar mejor dicho recorrido. Si quieren un consejo, investiguen primero las obras de arte que quieren ver, hagan un listado y empiecen la búsqueda, es imposible ver todo el museo en un día, ¡por más que se madrugue!
En cuanto a obras de arte mis preferida fueron: la mona lisa, Niké de Samotracia, Psique Reanimada por el Beso del Amor y María Magdalena.
En cuanto a catedrales, en mi viaje incluí solo dos. La primera, y la que más me gusto: la basílica de Sacre-Coeur en Montmartre, ubicada en la cima de una colina desde donde puedes observar otra perspectiva de parís. Vale la pena pagar el extra para subir a la cúpula si te gustan las panorámicas. En sus alrededores puedes encontrar calles llenas de artesanías y cafeterías para pasar la tarde. En cuanto a cómo llegar, simplemente debes tomar el metro y al bajar puedes ir en el teleférico o subir a pie (la verdad el trayecto es corto y si quieres ahorrar e ir a pie, el recorrido vale la pena). En sus alrededores también está el Moulin Rouge, pese a que es famoso, lo saque del recorrido por cuestiones de tiempo, pero queda en el mismo sector para que lo tengan en cuenta. La segunda catedral fue la catedral de Notre Dame, si logras superar la larga fila debe ser algo maravilloso por dentro, en mi caso, me conforme con la vista desde afuera, ya era tarde, estaba cansada, y la fila era enorme.
Entre los imperdibles de parís, además de su torre Eiffel (de noche la vista es hermosa), se encuentra el palacio de Versalles. Para llegar se debe tomar una ruta especial de metro, así que debes dirigirte a la estación de metro y comprar el tiquete especial a Versalles (que es más costoso que el tiquete ordinario, en las estaciones revisan que sí lo tengas y de no comprarlo te aplican multa, así que mejor ser legales viajeros, ante todo la cultura). Es cerca de una hora de viaje si mal no recuerdo, en mi caso, debo confesar que llegué con la idea de ver el palacio, pero me dejé deslumbrar por los jardines, una opción más económica y simplemente hermosa. Al entrar me dirigí al costado izquierdo del palacio para poder ingresar a los jardines del palacio. En cuanto atravesé la entrada no pude evitar las lágrimas. En verano es maravilloso el contraste de colores y formas, al pararte en la entrada logras ver hermosas fuentes de agua, y al andar unos pocos metros encuentras un pasillo largo entre pequeños sub-jardines, al final de este pasillo existe una cascada artificial de más de 5 metros de altura que desde el inicio del pasillo da la impresión de ser una cascada que nace del mismísimo cielo, simplemente magnánimo, el cuidado de cada rincón del jardín es evidente, si quieren un consejo, no olviden sus bocadillos, porque la comida ofertada es costosa. Después de estar todo el día en los jardines del palacio tome el tren de vuelta a parís, no sin antes pasar por un McDonald (la opción económica para comer en toda Europa).
La experiencia en la capital francesa es una mezcla de olores, sabores, sonidos y paisajes que se convierten en un deleite para todos los sentidos, Europa en si es una experiencia que se debe tener por lo menos una vez en la vida… en mi caso espero que haya sido el abrebocas a muchos viajes.
By MLZ