Abejorral: La casa en el aire

Fue muy creativo aquel que decidió hacer real la casa en el aire de la famosa canción de Escalona. Nuestro día empezó muy temprano ya que el bus para llegar a la Casa en el Aire desde Medellín sale desde el terminal del norte a las 5.30 am. El costo del pasaje es de 14.000 COP en la empresa SONAR (Taquilla 5, tel. 436 4385). Tras levantarnos tan temprano fue fácil dormir durante las 3 horas de camino hasta llegar al punto de encuentro con el guía. Entre pestañeos pude apreciar la majestuosidad de las montañas y las fincas cafeteras de la región. Al descender del bus fue inevitable querer tomar mil fotos al paisaje que nos rodeaba. 

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“Te voy a hacer una casa en el aire, solamente pa’ que vivas tú” Rafael Escalona

 

Desde donde nos dejó el bus y nos encontramos con el guía, caminamos aproximadamente una hora hasta la casa en el aire. Los más arriesgados del paseo decidieron iniciar la aventura llegando a la casa con el canopy (costo 20.000 COP). Un vuelo de cerca de 400 metros que te permite observar el río Buey, el cerro San Vicente y te hace llenar de adrenalina e iniciar el día con todas las energías. Al llegar nos comimos los sandwich que llevábamos, en la casa no se cuenta con el servicio de tienda pero es posible cocinar si se desea.

Para entrar a la casa debimos pasar por un puente colgante, la idea era aprovechar todo el día allí (24.000 COP, la reserva se realiza con anterioridad). También es posible hospedarse (66.000 COP, acomodación múltiple, se requiere reserva). La casa cuenta con cocina, baño, ducha, colchones, cobijas y ¡la mejor vista de la región!.

Nuestra primera actividad fueron las hamacas (30.000 COP). Realmente me emocionaba la idea de estar suspendida a tantos metros de altura y con una vista tan espectacular. Fue muy interesante observar cómo ponían las hamacas, pero lo más interesante fue tratar de subirse en ellas. No sabía que le temía a las alturas hasta ese momento. A pesar del mareo disfruté al máximo sentarme en la hamaca, observar la neblina, el cerro, las montañas y la gente que pasaba el día en la casa. Lo más divertido fue tratar de tomarme una “selfie” sin el famoso “palo de selfies” y con las manos temblorosas.

Al acabar nuestro turno nos sentamos a disfrutar de la casa, recorrimos sus habitaciones y nos asombramos con el baño y la tina. Todo rodeado de naturaleza.

 

Visitamos también los otros dos refugios, algo más cerca de la tierra para los más temerosos o quienes quieran mayor privacidad. Algunos viajeros quisieron aprovechar el péndulo, una actividad extrema, más adrenalina, lanzarse al vacío y una vez allí disfrutar de la naturaleza que te rodea.

Llegó la hora del almuerzo y la aprovechamos para comernos el otro sandwich que teníamos. Sin embargo, otros viajeros algo más precavidos habían encargado el almuerzo (12.000 COP) a una señoras de la región. Tras llenar la barriga dimos un corto paseo alrededor de la casa, volvimos a tiempo ya que inició a llover justo cuando llegamos a la casa. Las personas en la casa son super amables y nos permitieron tomar una siesta antes de volver a Medellín, el último bus pasaba a las 4 pm y ellos nos ayudaron a realizar la reserva del mismo. Sin duda, este lugar es maravilloso no sólo por los paisajes y las actividades extremas que te sacan de la rutina sino también por las personas que te reciben y se preocupan siempre para que te consideres un invitado y para que sientas que estás en tu casa.

By Sandra Milena López Zamora

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